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Granadas contra el Uruguay Natural

Eduardo Gudynas

 

El 22 de mayo es el Día Mundial de la Diversidad Biológica. Es una jornada dedicada a la fauna, flora y Naturaleza propia de cada país, lo que invita a reflexionar sobre nuestra situación ambiental. El eslogan “Uruguay Natural” es usado con intensidad, para resaltar la belleza de nuestros paisajes, como las costas o las serranías, y también como una indicación de un entorno poco contaminado y sin grandes alteraciones. El rótulo “Uruguay Natural” también se está convirtiendo en una marca con importantes potenciales económicos al estar asociada a la calidad de productos de exportación claves, como nuestras carnes.

Todos estamos de acuerdo en la importancia de la idea del “Uruguay Natural”, así como en la necesidad de convertir ese concepto en una realidad, y explorar todavía más sus relaciones con el “Uruguay productivo”. Para que no sea un mero eslogan publicitario es indispensable que nuestros ambientes naturales sean protegidos adecuadamente; en otras palabras, asegurar que persista la Naturaleza, como sitios silvestres, con nuestra propia fauna y flora.

Sin embargo, en el profundo Uruguay rural persisten problemas que ponen todos esos cometidos en riesgo: tala del monte indígena, caza de especies nativas, pesca indiscriminada y acumulación de contaminantes. En muchos lugares, se repiten las historias de cazadores furtivos de carpinchos, que por la noche invaden los predios de productores rurales, armados, persiguiendo una de las especies más emblemáticas del Uruguay. El combate a esas prácticas sigue enfrentando dificultades, ya que actúan furtivamente en la noche, pero además la crisis económica de años atrás generó cierta complicidad en tanto se justificaba la caza de los carpinchos para obtener alimento: “Son para darle de comer a mi familia”, replicaban en su defensa los cazadores. Ese argumento hoy es muy difícil de sostener, ya que se repiten las historias de que esa carne de carpincho ya no está en la intimidad del almuerzo familiar, sino en algunas carnicerías.

En este mismo sentido, se acaba de conocer un impactante relato de un recorrido en el Río Tacuarembó, que a lo largo de 90 km desembocó en el hallazgo de 20 campamentos con todas las señas de ser utilizados por cazadores furtivos, el encuentro nocturno con botes que recorren el río usando potentes faros para buscar sus presas, evidencias del talado del monte nativo, y los restos de los cuerpos de dos guazuvirá (venados autóctonos). La importancia de este testimonio se redobla cuando se relata el hallazgo de dos granadas sin detonar en las aguas del Río Tacuarembó. “Los cuentos de pesca con explosivos en los ríos del norte de nuestro país se volvían realidad”, agrega el reporte de “Vida Silvestre Uruguay”, una asociación dedicada desde hace muchos años a la conservación de nuestra naturaleza. En efecto, desde hace tiempo se repiten las informaciones sobre pesca depredadora tanto al norte del Río Negro, como en algunos tributarios de la Laguna Merín.

Es evidente que un “Uruguay Natural” es incompatible con la depredación de nuestros montes y fauna. Es intolerable que se estén usando explosivos para una pesca a todas luces ilegal. Nos encontramos no sólo frente a un deterioro del patrimonio biológico nacional, sino que incluso se puede desmoronar cualquier estrategia de ecoturismo. ¿Se volverá imposible ofrecer de turismo de naturaleza con excursiones en canoas para disfrutar de nuestros ríos debido a que allí pueden estar flotando granadas?

Los productores rurales comprometidos en defender las especies nativas en sus campos, los técnicos que trabajan en temas ambientales, o los ciudadanos comprometidos con el cuidado del entorno no tienen por qué convertirse en detectives para confirmar cuántos cazadores furtivos actúan en el país, ni seguir las vías de comercialización de sus botines. Pero allí están los testimonios, y es necesario que el Estado reaccione para enfrentar estos problemas.

Parece indispensable lograr acciones más enérgicas y efectivas, tanto desde los municipios como desde el Poder Ejecutivo. Muchas de las competencias en el control y fiscalización de la tala y caza ilegal dependen del Ministerio de Ganadería y Agricultura, donde sería bueno intentar nuevas acciones, incorporando a otras agencias gubernamentales (tanto nacionales como municipales), formas ágiles de comunicación para recibir denuncias y respuestas también rápidas y efectivas, enfrentando la tala y caza como la comercialización de sus productos.

También es necesario que el Ministerio del Interior se comprometa plenamente en estas tareas, ya que en casi todos los casos se requiere la presencia policial. En cualquiera de estas y otras reparticiones se podrá invocar la escasez de fondos y personal, o aludir a que los énfasis están en otros problemas (como el abigeato), y si bien eso podría llegar a ser comprensible, ya ha dejado de servir como disculpa. El concepto de “Uruguay Natural” está en riesgo de convertirse en un mero eslogan publicitario y por esa razón es indispensable comenzar a defenderlo.

 

E. Gudynas integra el equipo de CLAES. Publicado en La República (Montevideo), 22 de mayo 2007. Se reproduce en nuestro sitio únicamente con fines informativos y educativos.



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